miércoles, 1 de junio de 2011


alex


Puedes llegar a sentir una sensación de tristeza que no sabes de dónde viene.
Prefieres quedarte callado, observando como todo carece de sentido.
Te preguntas ¿cuál es la finalidad de esto?
Hasta el sentimiento más bonito y esperanzador que puedas sentir, el amor, se queda en simple instinto de supervivencia de la especie.
Ningún fin claro. El fin es existir. Cumples con tus metas al nacer: Después de tu primera bocanada de aire, ya te puedes morir tranquilo.
Pensamientos oscuros y pesimistas, en definitiva que te asaltan de vez en cuando.
Pero afortunadamente la vida no es tan cruel. Para esas mentes débiles que no son capaces de superar el vacío, o para esas otras fuertes que no se dejan engañar por la ingenua felicidad, en definitiva, para el organismo atormentado, existe una apetitosa salida:
Sustancias ricas en valor, confianza, alegría y ganas de vivir. Dañinas, tal vez si. Pero ¿qué es preferible, vivir 80 años atormentado o 30 del carajo?
La salud es un pequeño precio a pagar a cambio de la felicidad.


autor: alex

Reflexión de la semana: No supongas, habla.
·          Suponer es malo. Es caca.
Supones una idea, un pensamiento que te ronde por la cabeza (probablemente sin tener pruebas suficientes para llegar a la tal conclusión), y este termina merodeando sin control, mareándose ahí dentro hasta convertirse en un desecho calentorro y molesto que te confunde e irrita.
No, lo suyo es soltarlo, decir las cosas ¡Las cosas claras! Siempre de manera adecuada y sabiendo con quien se está tratando, por supuesto.
Echar la duda para afuera, vomitarla como a las gambas en mal estado para limpiar el cerebro y acabar con el malestar. Aunque no tengas a nadie con quien hablarlo, coméntatelo a ti mismo. En voz alta, para oírte claro. A pesar de la situación esquizofrénica que pueda mostrar, ¿A quién le importa?
Hablando se simplifican las ideas. La lengua va más rápido que el cerebro. Éste lo que hace es aturullarte esas ideas, las cruza entre sí, las enreda, te produce más todavía a partir de las anteriores, a cada cual más disparatada que la anterior; se termina cocinando un caldo espeso maloliente que te cuesta luego limpiar.
Tampoco es aconsejable suponer en positivo. Normalmente este tipo de ilusiones suelen terminar cuando la verdad te da un palo contundente.
Así que esta es la reflexión: no supongas: habla. Aunque cueste decir las cosas: habla. Obviando el miedo a las reacciones, habla.



autor: alex

El por qué de tanta duda.
La pregunta que a mí se me viene es la contraria:
¿Cómo no dudar? ¿Cómo podemos asegurar la realidad que nos rodea?
Desde las dudas más obvias (como la veracidad de lo que nos cuenta la televisión), hasta la cuestión de si los sentimientos humanos más profundos que nos dominan son innatos o por el contrario adquiridos o impuestos por un poder sutil y superior.
Dudar es inevitable desde el ejemplo más simple de duda, pero que sin embargo puede echar por tierra todo el conjunto de lo real: “¿Cómo sé que ahora no estoy soñando?”…
 Es algo indemostrable y que sin embargo afecta directamente al todo.
¿Acaso hay algo 100 % seguro?





autor: alex






autor: alex