viernes, 22 de julio de 2011

Lucha de una heroína

Levanto el rostro altivo, mientras centenares de personas pasan sus inquisidores ojos sobre mí. Pretenden que sienta vergüenza, que pida perdón mientras lágrimas se desprenden de mis retinas. No comprendo cómo en pleno siglo XVII sigue habiendo gente a favor del absolutismo y que no respeta al pueblo. Miro con confianza a la cara de cada uno de ellos. Quiero que vean con qué seguridad me aferro a mis ideales. Ellos apartan la mirada, unos avergonzados por negar que piensan igual que yo solo para sobrevivir, y otros incapaces de soportar ver cómo van a asesinar a una inocente idealista. Siento como mi cuello es presionado con violencia mientras un par gotas de sangre resbalan por mi pecho. Cierro los ojos y me concentro en el día que me apresaron, buscando una razón lógica por la cual me arrebataron del lado de mis hijos. Estaba en la parte trasera de mi casa, junto a dos compañeros de lucha. Con destreza, cosía de un intenso morado la bandera que nos llevaría a la libertad. Lo hacía rápido por si nos pillaban, por lo que de vez en cuando la aguja se me escapaba y me pinchaba. Pero era tal la adrenalina que el dolor se transformaba en amargo placer. Ya la tenía casi terminada, cuando, de un golpe la puerta calló. Intenté esconderme bajo la mesa, pero un guardia me agarró del pelo y me arrastró hasta la calle junto a mis compañeros. Los guardias cogieron la bandera y se mofaron de nosotros despertando la curiosidad de indeseables. Cuando se cansaron de ridiculizarnos nos llevaron ante un juez, partidario del absolutismo, que nos condenó a ser ejecutados por el garrote vil en un plazo de tres días. Tres días más tarde aquí me encuentro, sufriendo mis ideales, pagando por el mayor crimen que puedo cometer en esta sociedad; ser republicana.

Soy Mariana Pineda, un nombre más que dio su vida en la lucha por el triunfo de una sociedad justa.


autor: Carmilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario